Se puede trazar un paralelismo entre la búsqueda del equilibrio fiscal por parte del gobierno nacional y el emprendido por Misiones hace más de 20 años y consolidado a partir de ese momento. Mientras en menos de dos meses la nueva administración del país ha producido un duro golpe a la población general, en la provincia se consiguió equilibrar las cuentas de otra manera, sin gastar de más, pero volcando recursos en políticas públicas en favor de la gente.
El ajuste brutal ejecutado por Milei tiene como consecuencias la caída abrupta del poder adquisitivo, una inflación récord, la fuerte caída de la actividad, el descenso en las ventas (entre 10% y 30% según el rubro solo en diciembre) y el aumento del desempleo. Según el Centro Cifra de la CTA, “para cualquier persona asalariada cuya remuneración no se haya incrementado en diciembre, el aumento del IPC del 25,5% de ese mes implica una pérdida de poder de compra del 20,3%”.
Las dos razones económicas por las que fue elegido Milei fueron la alta inflación y el bajo poder adquisitivo. Ambos ítems fueron gravemente empeorados y se agregó una novedad que hace tiempo el país no experimenta: el desempleo. La dinámica pública y privada en estos primeros días de gobierno así lo confirma.
El objetivo de este ajuste sin fin, el mercado descuenta una nueva devaluación para marzo y abril, es reducir el déficit fiscal, incluso conseguir superávit. Claro que el camino elegido es la destrucción y parálisis de la actividad económica, induciendo una fuerte recesión que haga caer las importaciones. La receta es conocida, también se encuentran ingredientes como un esquema impositivo regresivo (IVA, Ganancias, Monotributo), caída de la recaudación tributaria y de la inversión privada.
El correlato con la Misiones de los ´90 tiene asidero, aun con las diferencias del caso, tanto en las diferencias entre Estado Nacional y Provincial, como en la receta que utilizó la provincia a partir de 2003 para sanear las cuentas de la administración Puerta, que hizo un culto al endeudamiento.
A partir de principios de siglo, Misiones ha utilizado el equilibrio fiscal para ser vanguardia en Economía del Conocimiento, Salud de excelencia, Educación disruptiva. Todo sin tomar nueva deuda, mucho menos en divisas, accionar que fue alentado irresponsablemente desde el gobierno cambiemita de Mauricio Macri y que algunas provincias continúan al día de hoy intentando saldar ese pasivo. No es el caso de Misiones, que incluso tiene una Ley que prohíbe este tipo de endeudamiento, con la gran diferencia que el equilibrio fiscal en la tierra colorada se logró sin hacerle pagar el costo al misionero de a pie a base de tarifazos, recorte de servicios o inflación descontrolada, como ocurre actualmente en el ámbito nacional.
La política de un Estado sin ningún tipo de intervención ni dictado de reglas, como dejó nuevamente en claro el presidente en su último discurso en Suiza, es lo que diversos especialistas de distintas corrientes económicas señalan como “canibalismo económico”: el más grande se come al chico. Esta ley de la selva concentrará fuertemente el poder económico, desincentivando la competencia. Además, la apertura importadora irrestricta barrerá con múltiples pymes de todo tipo.
Las consecuencias de esta política, claro está, no son inocuas, recaen en su gran mayoría sobre la población en general y las provincias, que vieron reducidos sus fondos, propugnando un castigo que no tiene razón de ser.
Por lo previamente argumentado, el impacto es diferente según cada provincia, debido a la situación fiscal de cada una. La Rioja ha inaugurado nuevamente la etapa de las cuasimonedas, emitiendo la suya para abonar salarios públicos y no será la única. Esta situación está lejos de producirse en Misiones, aunque también sufrirá las consecuencias del ajuste, es decir, esta injusticia coyuntural se suma a las deudas históricas con la provincia en materias de recursos financieros y naturales, como el gas, por ejemplo.
Las acciones emprendidas tanto por el gobierno provincial como por los ciudadanos particulares son defensivas, paliativas, debido a que no tienen mucho margen de acción. El esquema económico nacional está claro, solo debe observarse quienes son los que celebran el mega DNU y la “Ley Ómnibus” y quienes son los afectados. El caso de la yerba es ejemplificador: cinco grandes empresas, junto a sus delegados políticos como el joven Puerta, celebran eufóricamente mientras que 10 mil productores padecen y buscan maneras de atenuar el impacto al menos. La dinámica del sector del Té es similar; donde se aprecia una clara estrategia de los grandes jugadores del mercado en cuanto a la manipulación del precio para manejar el sector y someter a los pequeños productores.
Esta nueva realidad es la que prima desde la asunción del gobierno nacional.
Un sector que merece unas líneas es el del turismo, que había sufrido fuertemente por un fenómeno externo como la pandemia y se pudo rehacer e incrementar su actividad. En este caso, junto a la gastronomía, no sufrieron ningún fenómeno inusual como fue la irrupción del COVID, sino que es una política económica planificada. Estos dos sectores son muy dinámicos en cuanto a expansión y generación de empleo, como lo ha observado cualquiera que recorra la provincia.
Turismo y gastronomía han experimentado una disminución del 50% de sus ventas. Este descenso de la actividad, sumado a la eliminación de una herramienta como el Pre-Viaje, genera un estancamiento en sectores que se habían recuperado notablemente y desarrollado un crecimiento robusto.
Como hemos reseñado, la caída abarca a todos los rubros económicos, pero el del turismo es el que más exposición ha tenido, dado que se ha convertido en el peor enero en más de 20 años.
Lo que alarma e inquieta a la población en general, comerciantes, industriales y gobiernos locales es que el panorama no se presenta esperanzador luego de los habituales meses de vacaciones. En marzo comenzarán a sentirse los efectos de los tarifazos de los servicios, así como una posible nueva devaluación del tipo de cambio sostendría la inflación en niveles altísimos y propiciaría un nuevo descenso en el consumo.
Por Fiorella del Piano